Kadikoy “la cautivante” no es Karakoy “la típica”. Para ser dos zonas de Estambul, se llaman de forma demasiado parecida, son palabras casi iguales cuando las pronuncia un turco, y ese detalle fonético o gramatical se convirtió en un problema para los visitantes. Por ejemplo, “¿Este ferry va a Kadikoy la cautivante o Karakoy la típica?, ¿Y dónde estamos?, y así.
Karakoy, la típica, es una zona portuaria del lado occidental de Estambul. Es el típico barrio al que uno va cuando visita Estambul por primera vez y naturalmente fue donde dormimos las primeras noches. Que esto no lo desmerezca ya que tiene uno de los mejores lugares de la ciudad y tal vez de esta Via Láctea. Karakoy Gulluoglu, un templo más de peregrinación que en su máximo altar exhibe un baclava con helado. Sí. Baclava, una especie de sandwich con masa filo de un lado y del otro, relleno de una pasta de nueces o pistachos, que en este lugar también rellenan con helado. Los turcos dicen que lo inventaron y lo mismo dicen todos sus países vecinos.
Ah, Karakoy también es el lugar a donde se va a comer sándwich de pescado, recién sacado del Bósforo, hecho a la parrilla y servido entre dos panes con un poco de lechuga y cebolla. Ese no lo recomiendo, estuve semanas intentando sacarme el olor de los dedos.
Kadikoy, la cautivante
Cuando conocimos Kadikoy, la cautivante, no teníamos expectativas. Nos habían hablado poco de la parte oriental de Estambul y sentimos que estábamos descubriendo algo que casi nadie más sabía. Los datos duros y fríos dicen que Kadikoy es, contra nuestra suposición, el lugar más antiguo de Estambul. O, por lo menos, es el lugar donde se encontraron los restos de civilización más antiguos. Después de unos minutos de caminata por esta nueva antigua gema, decidimos ampliar unos días más nuestra estancia en la ciudad y mudarnos a Kadikoy para conocerla en profundidad. Viajar sin un itinerario fijo tiene esas posibilidades.
Lo que encontramos es una especie de comunidad de turcos que viven con un pie en su tradición y otro en ideas modernas y nuevas. Espacio de arte, de moda, cafés, bares, todo filtrado por la luz de una Turquía que se rebela a las imposiciones culturales para rediseñarlas. O sea, Kadikoy es un licuado de culturas, tan turco como tomar un té en la calle y tan neoyorquino como comer una hamburguesa con panceta. Aunque para hablar de comida, debería mencionar que me enamoré perdidamente de un plato tan básico que podría ser comida de hospital, y que se vende en todo Kadikoy: arroz blanco con manteca, garbanzos y pollo hervidos. Los locales lo comen todo el tiempo, hasta a veces mientras están caminado, como si comer ese plato fuese una función biológica más.
El corazón de Kadikoy es Moda, un barrio lleno de vida que se enciende más al atardecer que a la noche. El plan de los que viven ahí es comprar cerveza, casi siempre la Efes, y mirar la puesta del sol desde el parque que llega hasta el Bósforo. Yo, que no soy particularmente fanático de los atardeceres, recuerdo ese momento como uno de los más emocionantes del viaje. La luz casi roja del sol sobre el perfil occidental de Estambul es un espectáculo imponente, diría cautivante.
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