Aguas cristalinas, tranquilidad que se percibe en el aire, caminos estrechos y sinuosos, pueblos en la montaña. Si buscas una isla griega para irte de vacaciones probablemente te recomienden Mykonos y Santorini, pero hay otros lugares menos atestados de turistas, con precios más accesibles e igual de alucinantes que merecen una visita. La isla de Ikaria queda a 6 horas de Atenas en ferry y dos horas desde Mykonos. Aunque no sea un oasis turístico, tiene una característica muy singular que atrae a los extranjeros además de su belleza natural: es uno de los lugares del mundo donde la gente vive más tiempo. Y mejor.
En 2002 un grupo de científicos se propuso encontrar los lugares en donde, estadísticamente, había más personas que superasen los 90 años de edad. El plan era identificar patrones de conducta que puedan sistematizarse y replicarse en otras poblaciones.
Con un marcador azul, registraron cada uno de esos y lugares en un mapa y por ese motivo hoy conocemos esos lugares como “zonas azules”. Ikaria fue uno de los últimos lugares en ser identificada como zona azul. De acuerdo al trabajo realizado por demógrafos de la Universidad de Atenas, en Ikaria una persona tiene dos veces y media más de chances de superar los 90 años que el promedio estadounidense, y viven entre 8 y 10 años más antes de contraer una enfermedad cardiovascular o cáncer.
Para comprobar el estudio con nuestros propios ojos, decidimos viajar a Ikaria e intentar entender cuáles son sus secretos para tener una buena calidad de vida. Lo primero que notamos fue una sensación relajada en la isla, muy distinta a la tensión turística que reina en Mykonos o Santorini. No hay grandes grupos que lleguen con guías hablando con megáfono ni locales ofreciendo remeras con el nombre de la isla en el puerto.
Tampoco parecía fácil encontrar un taxi u otra forma de transporte público así que decidimos alquilar un auto. Sabia decisión. La isla tiene una zona montañosa en el centro y hay que atravesar caminos largos y sinuosos para llegar de un lugar a otro. Además, los colectivos tienen muy poca frecuencia. Otro punto a favor del auto es que te da la posibilidad de frenar y sacar fotos desde las alturas con vistas que te dejan sin aliento.
“Ikaria no problem”
La primera señal que explica cómo viven en Ikaria es que no nos pidieron tarjeta de crédito como garantía para alquilar el auto. Pagamos en efectivo en el puerto, nos lo llevamos y tres días después lo dejamos estacionado afuera del aeropuerto con las llaves puestas. Nos sorprendió mucho la informalidad del contrato de alquiler, hasta que descubrimos la dinámica de los isleños y entendimos el porqué.
Llegamos a nuestra casita alquilada en Christos Raches, el barrio en donde nos dijeron que vive la gente de edad avanzada. La dueña de nuestra casa nos recibió con un vino casero de regalo y cuando le preguntamos sobre la cerradura de la puerta nos aseguró que la podíamos dejar abierta. “Ikaria no problem”, dijo con una sonrisa.
La longevidad: un estilo de vida
Para Temis, un vecino de 92 años del barrio, “no hay un secreto para la longevidad, es un estilo de vida que en todo caso implica muchos factores y ninguno es un secreto”. Nos contó, por ejemplo, que las personas de la isla cultivan casi todo lo que consumen en sus granjas o en granjas vecinas y que cuando tienen sobras se comparten la producción. “Somos felices con poco, y podemos producir casi todo lo que nos hace felices”, sintetizó.
Los especialistas coinciden en que la alimentación es clave para la longevidad de los Ikarianos, lo que se conoce como “dieta mediterránea”. Muchos vegetales, poca carne, vino casero, miel que solo se consigue en la isla, aceite de oliva sin calentar y lácteos producidos con leche de animales del lugar son los alimentos que más consumen.
Hay otro componente que para los científicos es muy importante, aunque tienen problemas para explicarlo y cuantificarlo: los vínculos sociales. “Acá todos tenemos amigos, nos juntamos a tomar café frío y té todos los días y organizamos fiestas, no hay lugar para el aburrimiento”, nos cuenta Eustathia, que a sus 83 años atiende la verdulería del pueblo. Es que más allá de la tranquilidad que se vive cotidianamente, los locales organizan “panigiris”, una típica celebración griega en donde bailan y conversan hasta altas horas de la noche.
Sin horarios
Otro punto central parece ser el tiempo. Los icarianos no usan reloj y no se guían por horarios fijos. Se acuestan tarde, se despiertan tarde y duermen siestas todos los días. Eso significa que durante gran parte del día encontramos la mayoría de los comercios cerrados. “No abro hasta las 11 de la mañana porque antes tengo que desayunar, y si abriera tampoco tendría clientes”, nos explica una de las pocas jóvenes que es moza en un restaurante de la zona.
Cuatro días no fueron suficientes para vivir como locales y relajarnos, pero sí para disfrutar de sus playas y montañas paradisíacas y llevarnos anotadas sus claves. Habrá que ver con el tiempo si las podemos aplicar y llevar a la práctica para tener una vida más plena y con menos preocupaciones.
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